viernes, septiembre 22, 2006

entrega 41

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entrega 41


No pensaste jamás que ese espejo eran mis ojos,
que esa puerta que el viento abate era mi corazón, latiendo,
puesto al desnudo por la habilidad de un cirujano
que llega en la noche para ejercitar su destreza
en la carroña ansiosa de nuestros cuerpos

Salvador Elizondo (1932-2006)



Y es que no puedo contarle a nadie
cómo fue que perdí toda esperanza
cómo mi cuerpo perdió toda la voz y toda la sangre
por qué ya no existen ángeles que sepan de qué forma van a rescatarme

La gente dejó de conocerme
sobre todo aquellas madrugadas
en las que la calle desierta se convirtió en mi única casa
y los policías no dejaban de preguntar

de dónde venía y a dónde iba
como si yo mismo supiera los pasos que iba dando mi destino
porque parecía que todo lo que me gustaba hacer en la ciudad estaba prohibido
y no entendía cuál era su urgencia
pinchespoliciaspuercoshijosdeputa
de verdad piensan que nos protegen
aunque ignoran que ya todos perdimos esa posibilidad
tan sólo por vivir sin amor en este mundo

Ya no he vuelto a caminar por mis calles impregnadas de lluvia y silencios
no he podido encontrar el mapa que me indique
en qué lugar perdí las migajas de mis queridos y solitarios rituales …



dulces sueños

P.F.