lunes, enero 15, 2007

entrega 49



Sentí, de nueva cuenta,
cómo las estrellas se te pueden caer encima
cuando te encuentras con una noche propicia
una de esas noches limpias, claras…

Volví a escuchar la voz,
esa que traía olvidada,
metí la mano a mi bolsillo
buscando mi cajita de nostalgias

y saqué mis caracoles para leerme la suerte…


Me llamó la atención el murmullo de los árboles
ó eran, quizá,
las risas de las hadas que viven en el bosque


No lo sé.

No importa saberlo…


Sólo el frío, la hojarasca muerta
comprobó mi vocación de testigo cobarde del invierno.




dulces sueños

P.F.