entrega 13
PROPAGANDA
entrega 13
11 de enero del año 2006
Estar muerto no es sólo dejar de respirar,
no es sólo que los latidos del corazón nos abandonen,
que nuestro cuerpo ya no responda a los estímulos externos,
que las pupilas se queden estáticas, dilatadas, sin lágrimas,
que las mentiras ya no puedan emerger de nuestra boca.
No es sólo eso.
Estar muerto puede ser quedarse huérfano de ángeles,
caminar por la única calle que nos dejó el silencio,
vivir con el miedo que nos abraza pasándonos el brazo por encima de los hombros,
no volver a creer en la esperanza,
que la pasión no encuentre albergue en nuestro corazón por siempre a oscuras.
Existen personas, cuerpos que se levantan todas las mañanas,
que se miran al espejo,
que se bañan y se visten,
que salen a encontrarse con la rutina más absurda,
que tienen un trabajo con oficina sin ventanas,
un reloj que les advierte que ya acabó la hora de descanso,
con un sueldo menos que mediocre,
una familia que con el paso de los días, de los años, les parece menos conocida,
esposa o esposo, hijos que no se atreven a reconocer que son tercos accidentes.
Cuerpos que hacen el amor siguiendo instrucciones de la hipocresía y el egoísmo,
cuerpos que creen que duermen, que descansan,
que no saben que las pesadillas son los únicos sueños que pueden concebir,
aunque se esfuercen,
aunque aprieten los dientes hasta que les crujan.
Esos cuerpos no lo saben,
pero están muertos, más muertos que los que ya se encuentran tres metros bajo tierra,
muertos de miedo,
de cansancio,
muertos que caminan, que comen y que beben,
que se toman fotos en las fiestas de cumpleaños, en las bodas, en la víspera del año nuevo,
cada vez más muertos, más podridos, porque no sería correcto decirles enfermos,
y vuelven a levantarse, puntualmente, cuando el despertador se los ordena, cada mañana, se bañan, se afeitan, regresan al inicio de su muerte cotidiana.
Estar muerto es olvidarnos de toda la gente que nos quiso o que nos quiere.
Estar muerto es entender que la única mirada que nos ha dado su luz no vuelva a regalarnos el placer de su sonrisa.
que duerman bien…
P.F.
entrega 13
11 de enero del año 2006
Estar muerto no es sólo dejar de respirar,
no es sólo que los latidos del corazón nos abandonen,
que nuestro cuerpo ya no responda a los estímulos externos,
que las pupilas se queden estáticas, dilatadas, sin lágrimas,
que las mentiras ya no puedan emerger de nuestra boca.
No es sólo eso.
Estar muerto puede ser quedarse huérfano de ángeles,
caminar por la única calle que nos dejó el silencio,
vivir con el miedo que nos abraza pasándonos el brazo por encima de los hombros,
no volver a creer en la esperanza,
que la pasión no encuentre albergue en nuestro corazón por siempre a oscuras.
Existen personas, cuerpos que se levantan todas las mañanas,
que se miran al espejo,
que se bañan y se visten,
que salen a encontrarse con la rutina más absurda,
que tienen un trabajo con oficina sin ventanas,
un reloj que les advierte que ya acabó la hora de descanso,
con un sueldo menos que mediocre,
una familia que con el paso de los días, de los años, les parece menos conocida,
esposa o esposo, hijos que no se atreven a reconocer que son tercos accidentes.
Cuerpos que hacen el amor siguiendo instrucciones de la hipocresía y el egoísmo,
cuerpos que creen que duermen, que descansan,
que no saben que las pesadillas son los únicos sueños que pueden concebir,
aunque se esfuercen,
aunque aprieten los dientes hasta que les crujan.
Esos cuerpos no lo saben,
pero están muertos, más muertos que los que ya se encuentran tres metros bajo tierra,
muertos de miedo,
de cansancio,
muertos que caminan, que comen y que beben,
que se toman fotos en las fiestas de cumpleaños, en las bodas, en la víspera del año nuevo,
cada vez más muertos, más podridos, porque no sería correcto decirles enfermos,
y vuelven a levantarse, puntualmente, cuando el despertador se los ordena, cada mañana, se bañan, se afeitan, regresan al inicio de su muerte cotidiana.
Estar muerto es olvidarnos de toda la gente que nos quiso o que nos quiere.
Estar muerto es entender que la única mirada que nos ha dado su luz no vuelva a regalarnos el placer de su sonrisa.
que duerman bien…
P.F.
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